El tema del racismo en República Dominicana es una ola que va y
viene. Y es así, porque es inducido por hechos internacionales que movilizan a
los sectores interesados, unos para negar que exista racismo y otros para
afirmar que es cotidiano.
En los últimos días el tema ha regresado. Un informe
del Departamento de Estado de EU afirma que sí hay discriminación racial, lo
que ha motivado la respuesta airada del Canciller, oportuna no porque la
agencia norteamericana esté equivocada, sino porque los Estados Unidos son
depredadores de derechos humanos a nivel mundial y antes de pretender
juzgar al mundo debieran revisarse cuidadosamente.
Pero más allá de la coyuntura, creo que la sociedad
dominicana debe reflexionar un poco más sobre el racismo local, simplemente
para ser mejor. Si la sociedad dominicana sigue influida por la idea de que hay
una conspiración internacional contra ella (que no la hay) y que discutir es
conceder al enemigo internacional, estará adoptando la pose de sociedad
sitiada. La misma suposición que alimentó al fascismo, al estalinismo y al
marcarthismo.
Y obsérvese que estoy hablando exclusivamente de la
discriminación contra los dominicanos negros, no contra los migrantes (que es
otro tema al que no me refiero ahora) ni de los dominico-haitianos. Hablo
estrictamente de dominicanos, negros cuyas raíces genealógicas están tan
hundidas en la nación como la de los mulatos o los blancos. O más.
Es cierto que en RD no hay políticas de
discriminación legalmente aceptadas, y teóricamente un negro puede tener los
mismos derechos que un blanco o un mestizo. Pero en la práctica no los tiene. Y
hay acciones permitidas que son netamente racistas y no se reprimen. Por
consiguiente sí hay conceptos y prácticas racistas que pululan en un vacío de
políticas públicas antirracistas.
También es cierto que muchos problemas que tiene la
población negra dominicana se deben a su pobreza. Es decir, les va muy mal por
pobres. Pero es que la pobreza tiene aquí un color muy definido: mientras más
prietos, más pobres y mientras más ricos, más claros.
Los colegios privados se nutren de estudiantes
blancos. Los empresarios también lo son. Las páginas sociales están llenas de
rostros blancos, tanto como la televisión. La mayoría de los políticos son
blancos y cuando son negros tienen que sufrir el embate de frentes patrióticos racistas. Los comerciales son protagonizados por blancos, en
algunos casos con caras tan caucásicas que ya no existen ni en Islandia. Nuestros galardonados emprendedores son blancos.
En cambio en las escuelas públicas y en la UASD
abundan más los negros y mestizos prietecitos. Los policías de la AMET también
lo son. Los indigentes son casi siempre oscuritos, y no necesariamente por el
sol. Y también los que pedalean bicicletas y hurgan en los basureros. La
movilidad de los negros se muestra en áreas muy reducidas y de impacto menor
como el deporte.
Yo sugeriría, con toda la discreción de un
observador externo, pero con el corazón puesto en el pueblo dominicano, cuatro
tipos de acciones:
- Incluir en la Constitución y en la legislación
adjetiva la proscripción y penalización de todo tipo de manifestación,
propaganda o alegoría negativa por la condición racial, étnica o cultural de
una persona o grupo de personas.
- Establecer normas publicitarias que obliguen la
presencia de personas de raza negra. Orange comenzó en esto hasta que se le
ocurrió hacer una galería de dominicanos encomiables. Casi todos eran
extraordinariamente blancos.
- Promover las manifestaciones culturales
afro-dominicanas, con apoyos directos de la SEC a grupos practicantes,
festivales y programaciones en los teatros y en los medios de comunicación.
- Establecer programas de discriminación positiva en
temas de educación y empleos para las personas de raza negra, un fenómeno cada
vez más usual en el mundo. Y por supuesto exigir más responsabilidad y
profesionalidad a la prensa. ¿No han oído ustedes eso de que aquí no hay
racismo porque le decimos negritos a los negros dominicanos en señal de cariño? Yo sí. Demasiado.
Una agenda ciertamente compleja y delicada. Pero con
ella RD será mucho mejor. Y la dominicanidad será más rica y completa.
por:Andy Valerio
Fuente:Hoy
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