Bruce Bochy, Matt Cain y
todos los Gigantes de San Francisco pensaron que aquello era un jonrón, pero
fue un out a manos del dominicano Melky Cabrera dando un salto a la altura del
nivel de la barda en el sexto episodio.
Y nadie se explica todavía cómo
el jardinero derecho venezolano Grégor Blanco le llegó a la bola para ejecutar
aquella extraordinaria jugada en el séptimo episodio. Por encima de todo, estuvo
la joya, la proeza, la magnitud de uno de los juegos mejor lanzados en la
historia de las Grandes Ligas.
Es verdad. Cain lo hizo todo
perfecto. Y valga la redundancia, por eso mereció lanzar el 22ndo juego
perfecto de la historia del Béisbol de Lujo. 27 a batear, 27 fuera. Y de paso
ponchó a 14 para emular al gran Sandy Koufax, como los dos únicos con un
partido de tal magnitud con semejante número de víctimas por la vía de los
strikes.
Sobre todas las cosas, fue un
esfuerzo de equipo. De no ser por esas jugadas magistrales, nunca se hubiera
producido la cita del derecho de los Gigantes con la inmortalidad, que hizo
olvidar que la novena sumó tres cuadrangulares -Cabrera, Blanco y Brandon Belt-
para lograr su mayor cantidad de carreras en casa en lo que va de temporada en
el triunfo por 10-0 sobre los Astros de Houston.
"No tengo la menor idea de
cómo esa bola [bateada por Chris Snyder con un out en el sexto] se quedó en el
parque'', describió Cain, emocionado por lanzar el primer juego perfecto en la
historia de la franquicia de los Gigantes''.
Si Cain no entendía el porqué esa
bola no se había ido, menos comprendían los Gigantes qué hacía Blanco, un
jardinero central natural, cubriendo tanto terreno entre los bosques central y
derecho antes de robarle un posible doblete a Jordan Schaffer, primer bateador
del séptimo tramo.
Por: Anthony Nuñez.
Fuente: MLB.com
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