miércoles, 30 de junio de 2010

Memorias a la Muerte de Edward José Fernández


Baitoa 30 Junio 2010
Por: Junior Saviñón

Siendo las 9:30 pm del martes 1ro de Diciembre del año 2005, ocurrió en Baitoa una triste noticia que estremeció los corazones de todos. Se trató de la muerte del joven Edward José Fernández, quien falleció a los 18 años en el puente que comunica Monte de la Zanja con Sabana Iglesia, momentos en que el joven se encontraba visitando ese municipio

Según las informaciones que se tienen y las versiones obtenidas, el joven regresaba de Sabana Iglesia y se detuvo en el puente para devolverse para el centro de ese municipio, cuando fue impactado por otra motocicleta que venía bajando a toda velocidad, sin luces. La muerte de ese joven Baitoero se produjo instantáneamente y ocasionó tristezas en cada uno de sus familiares y amigos.

Edward era hijo de José Rafael Fernández y Esmeralda Maribel ( Mary),sus hermanos fueron Solanlly, Rudy Leisy, Rubí, Daniela y Eleny. El joven era un muchacho tranquilo y cursaba el 1ro del bachillerato del Liceo Prof Gabriel Franco, le encantaba usar las computadoras, así mismo jugar básquetbol, como principal actividad deportiva. En cuanto a las actividades sociales que este realizaba, está la de compartir con sus amigos de Baitoa y Sabana Iglesia.

Su muerte fue llorada por muchas personas que sintieron ese trágico accidente, en una muerte producida en el puente dónde han ocurrido muchos accidentes en la comunidad de Monte de la Zanja. A 5 años de su triste partida, sus familiares y amigos lo recuerdan como aquel joven alegre y sano que le gustaba compartir con todos.

Han pasado los días, las semanas, bien podrían haber pasado algunos años; sin embargo el dolor se ha calmado, se hace insoportable recordar, pensar y pedir explicaciones que no existen. Fácil sería si se pudiese encontrar una pastilla que alivie el dolor, que calme la pena. Los padres, hermanos y abuelos que han perdido a este joven, sienten los bonitos recuerdos, de las actividades que solieran compartir con aquel joven que siempre tuvo una cara de niño.

A pesar del dolor, la pena, las ganas de no volver a sonreír al mundo, fueron sentimientos que estos padres inconsolables debieron sobrellevar por mucho tiempo. Poco a poco, la vida les ofreció el mejor remedio que alguien pueda tener: les regaló tiempo, les dio valor para llevar su pena en el alma y seguir su camino; para que las heridas lenta y gradualmente pudieran comenzar a cicatrizar y para encontrar una nueva razón por la cual vivir. El tiempo y la vida, poco a poco les han ofrecido ese ingrediente que no se compra, que no se fabrica, que sólo se vive, que es la vida.

Edward en donde quieras que estés, estarás en la mente de todo aquel que te conoció como aquel joven sano y alegre de nuestro pueblo.


Fuentes: Madre: Mary Díaz, Padre: José Fernández

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