
Desde muy joven emigró hacia la ciudad de Nueva York, siendo éste unos de los pocos baitoeros que residían en esa gran urbe a principio de los 50 junto a la familia Pineda y Núñez de la época.
Un lindo sueño de su parte como todo emigrante baitoero, cuando le llegó la edad de retiro, siempre decía, que quería regresar y morir en su tierra, cerca de su terruño, Baitoa. Como cosa del destino después de décadas de este deseo, la muerte le sorprendío en el día de ayer ya anocheciendo en su residencia de Santiago.
Sentido pésame a sus 4 hijos y esposa, también a sus hermanos, Guelito, Papi, Agustín, Toñito y a su hermana Fresa Fernández Vda. García.
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