Por:Domingo Caba Ramos
Casi todos los delincuentes, especialmente los narcotraficantes, proceden igual: súper cariñosos, sociables, “chéveres”, “buena gente”, chistosos, amorosos, dadivosos, tiernos, humanitarios, simpáticos, solidarios y rostros de “yo no rompo un plato”. Con semejante perfil, o Satanás tras la máscara, confunden, penetran en los grupos, generan confianza, borran sospechas, se convierten en líderes y crean toda una red de apasionados y defensores amigos. ( DC)
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