viernes, 9 de septiembre de 2011

JOSE COQUEA: EL BOHEMIO DE LA ALDEA.

Por:Domingo Caba Ramos

« Pero, por fin, encontraba el recurso: ordeñaba con paciencia la gota de la última botella. Se la bebía y al instante decía: ‘La cerveza embrutece, el vino da talento, laleche da vergüenza…’ No se sabe de qué murió Tomás, pero se dice que lo obligaron a tomar leche. Entonces… se murió de vergüenza »

(Manuel del Cabral)

José Vicente García Liz, mejor conocido con el nombre de “José Coquea” o simplemente “Coquea”, no sólo fue el padre de la popular cantante tamborileña Ana Victoria García (Vickiana). Coquea fue mucho más que eso: fue el fino ebanista, el músico, el cantante, el sonero, el bebedor sin treguas, el caballero de trato exquisito, el lector voraz y el conversador siempre alegre. Coquea fue, en fin, el último bohemio de la “Pajiza Aldea” (Tamboril)

Todavía me parece escuchar el eco repetido de su risa estridente. Y todavía me parece ver en Tamboril su espigada, flaca y morena figura cantando y tocando las maracas en el Conjunto “Bejarán” o sentado ante el mostrador de “La Carretilla”, el tradicional bar del pueblo, libando sin parar el espirituoso líquido poéticamente bautizado por José Martí como “La dulce maldición de las Antillas”

Como lo diría nuestro gran Manuel del Cabral, “Coquea bebía sin reloj”; pero no se crea que se trata de uno más de esos necios borrachones acostumbrados, con su indeseable conducta, a crear conflictos o quebrar la armonía que debe primar en todo grupo humano. No, nuestro personaje era un bebedor cuyo comportamiento social siempre se distinguió por la prudencia, moderación, respeto y fina cortesía.

Falleció en su pueblo, Tamboril, el 5 de septiembre de 1987.

Mi hermano Basilio, que a veces “priva” en poeta, quiso rendirle homenaje póstumo a su entonces vecino y amigo entrañable, al escribir, horas después de la muerte de este, un poema, “Camino hacia la tumba”, de elegíaco tono e intimista esencia:

“CAMINO HACIA LA TUMBA”
(Homenaje póstumo a mi buen amigo, José Coquea, padre de Vickiana y personaje folklórico de Tamboril)

Por: Basilio Caba Ramos.


« El ataúd se detuvo
las campanas gimieron
y se quebró el silencio.

Desolado y triste estaba el mostrador
sí, triste y desolado.

Ni una cerveza
ni una copa de aguardiente
ni una canción desgarradora.
todo está en silencio.

Sólo el canto fúnebre del llanto
y el grito sutil de las campanas
y el suave trepidar de los paraguas
y la ingenua sonrisa de los árboles.

Fue un minuto. Sólo un minuto
una parada como un discurrir
en el lento camino hacia la tumba.

Y el escenario quedó atrás
el escenario
donde aún se percibía su voz aguardentosa
invitando al trago
o una chanza
con sus gestos expresivos
con sus finos modales.

Ahí parecía vérsele dormitando
¡Soñoliento! Casi rendido.
Por el influjo de una copa traicionera
y en frente estaba el cadáver
en inexorable ruta hacia la tumba.

Y las trompetas lloraban
y conmovida por el lamento de los cornetines.
y las calles
y sus tarvias de fuego
se inundaron de música.

Fue un entierro alegre.

Ya en el cementerio
donde no hay tiempo para la vanidad y el orgullo
porque todo se deshace en el polvo
las guitarras del Conjunto Bejarán
dejaron caer una canción de despedida
entonces se rompió la solemnidad del camposantos
pero los muertos siguieron durmiendo…»

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