Por:Domingo Caba Ramos para WWW.MIBAITOA.NET
(A mi amigo y periodista, Félix Jacinto Bretón)
Todo parece indicar que en cada país existe un lugar que por su particular interés se convierte en un punto de visita obligada para el turista. En tal virtud, recuerdo la recomendación que más de un amigo me hicieron , antes de partir a realizar un curso en la capital mexicana : " No dejes de visitar la Plaza Garibaldi o el Castillo de Chapultepec "
Parecida recomendación salió a flote, dos años después, días antes de mi viaje a La Habana, Cuba: " No dejes de ir a La Bodeguita del Medio"
La Bodeguita del Medio, ayer bodega, es hoy un archi concurrido restauran ubicado en la llamada Habana Vieja, a escasos metros del Malecón habanero, y famoso por la gran cantidad de turistas que lo visitan, entre estos personalidades que se han destacado en el mundo de la política, las letras y las artes. Como muestras de esto último, se conservan allí fotos de Cantinflas, García Márquez, así como del ex presidente dominicano Juan Bosch y el actual presidente, Leonel Fernández y del nicaragüense Daniel Ortega.
Todo el que allí se da cita goza de la plena libertad de estampar su firma en las paredes interiores del folklórico establecimiento, y es esa la razón por lo que en dichas paredes apenas si sobra un espacio para una firma más. En fin, estar en Cuba y no pasar por la Bodeguita del Medio a tomarse una cerveza Cristal, saborear un rico filete de cerdo o escuchar los acordes de un alegre son cubano, es lo mismo que si usted no hubiera pisado la tierra del gran patriota y poeta José Martí.
Y al servicio de la Bodeguita, un poeta: don Orlando Laguardia, mejor conocido con el apodo de Chino, brillante repentista o poseedor de una asombrosa capacidad para la improvisación.
Autor del libro " Versos de Cuba para Canarias”, don Orlando constituye la más auténtica expresión del folclor poético cubano.
Sentado ante una de las mesas del restauran me encontraba junto a otros dos dominicanos y compañeros de viaje, cuando se acercó a nosotros un señor de unos sesenta y cinco años de edad, espigada estatura, impecablemente vestido de blanco y en cuya canosa cabeza descansaba un blanco sobrero de alas anchas, bajo el cual resaltaban unos lentes de oscuros cristales y una sonrisa que apenas se apartaba de sus labios.
- " ¿Dominicanos, verdad?" -nos preguntó.
- Así es - le respondimos.
-" Cubanos y dominicanos, Martí y Máximo Gómez: todos somos unos " - afir-
mó, mientras se dirigía a la acera frente al negocio, en donde yacía sentado en una silla colocada ante una pequeña mesa y una antaña máquina de escribir.
Diez minutos talvez habían transcurrido, cuando una vez más hizo acto de presencia el señor Laguardia, portando un texto poético que acto seguido puso en nuestras manos. Se trataba de una décima, “ Tres Amigos”, que el afamado bardo popular, con la misma genialidad que el Meso Mónica nuestro, había compuesto en honor a los tres dominicanos que en el lugar nos encontrábamos presentes, y la que pone de manifiesto los históricos lazos de amistad y mutua colaboración que siempre han existido entre Cuba y República Dominicana. Y el contenido es el siguiente:
Tres amigos.
“Tres amigos almorzando
prueban a esta humanidad,
que la palabra amistad
sigue en el mundo imperando,
¡dominicanos mostrando!
corazones de Quisqueya
y el Chino viejo descuella
diciendo como fortuna,
no hay diferencia ninguna
de Cuba a la tierra aquella”
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