viernes, 17 de diciembre de 2010

Recordando mis tiempos cuando me montaba en Burro.

Por: Jean Carlos Collado

Montarse en un Burro es un pasatiempo agradable para todos, pero requiere no sólo esfuerzo físico, sino también mental. Hay que recordar que parte del trabajo lo realiza un animal, un ser vivo y este no siempre va a querer seguir nuestras órdenes, hay que tener en cuenta el elemento de incertidumbre que puede suponer la equitación.Muchas personas han tenido que recurrir al burro porque talves no tienen un motor para trasladarse o por que los combustibles están por las nubes, en fin son tantos los beneficios que nos trae el burro, si no mire a este señor con paquetes de leña enganchado a ambos lados.

Desde comienzos de la historia, los burros han sido utilizados en Baitoa para trasladar cargas, tirar de carros y transportar personas. A pesar de no ser tan rápidos y fuertes como los caballos, su mantenimiento es menos costoso, tienen una gran resistencia y una larga vida y son más ágiles en terrenos abruptos e irregulares que los caballos. Continúan siendo de crucial importancia económica en muchos países en vías de desarrollo.

Los burros tienen una larga reputación por su terquedad, pero esto se debe a la mala interpretación de algunas personas de su instinto de conservación altamente desarrollado. Es difícil forzar a un burro a hacer algo que contradiga sus propios intereses. Son animales inteligentes, cautelosos, amistosos, juguetones e interesados en aprender. Una vez que se haya ganado su confianza pueden ser buenos compañeros en trabajo y recreación; por esta razón ahora son comúnmente conservados como mascotas en algunos países, en donde su uso como animales de carga ha desaparecido. También son populares por pasear niños en algunos lugares turísticos y de recreación.

Fotos: Jean Carlos Collado

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